jueves, 29 de septiembre de 2011

MUERTOS FLOTANTES.

El afán proteccionista de los poderes públicos siembra todos los veranos nuestras playas con infinidad de bollas de señalización, amén de los pasillos de entrada y salida de embarcaciones rígidas como las estresantes y contaminantes motos de agua, barcos de recreo o los turísticos patines; parece como si en un arrebato institucional playas que hasta pocos años se caracterizaban por el olvido, arenas limpias, aguas cristalinas y fondos marítimos sanos, de repente deben ser atiborradas de “servicios”, bollas de señalización, pasarelas, miradores, lava-pies, aseos, vestidores, distintas papeleras de reciclaje, limpieza, vigilancia, etc, muchos de ellos indiscutiblemente indispensables y otros quizás dirigidos a fomentar el turismo o a poder lucir al menos una bandera azul; cosa que veo muy bien pero ¿con qué calidad? a mi modo de ver se trata de servicios que en muchas ocasiones enmascaran múltiples deficiencias y que a veces ni siquiera ofrecen una calidad media.

Sabemos que los poderes públicos no pueden ser omnipresentes y que con que se mantenga unas garantías medias, una calidad media, el “interés general” se entiende satisfecho. El problema de las “costas” se encuentra, supongo, en que por decirlo de alguna forma, es un “pico donde pillan todos”, es decir, sobre estas, tienen competencias distintas Administraciones, por lo que el “ya lo harán otros” y el “sostente mientras cobro”, esta muy presente en cualquiera de sus actuaciones; algo que quizás se acentúa más en tanto que la forma normal que tienen las Administraciones de prestar estos servicios es mediante “contratos administrativos”, pero me parece a mí que a muchas de estas se les ha olvidado que no vasta con contratar el servicio, sino que en tanto que existe un “interés público” en los mismos, aunque sea ínfimo, no debe desentenderse en ningún momento del mismo y al menos controlar, no solo la ejecución, si no también las posibles vicios o daños que en muchas ocasiones se producen y que si no es por denuncias de particulares, aún conociéndose, se hacen oídos sordos.

De esta manera, nos encantan los miradores al mar en pequeños cabos con pasarelas de madera, lo que no es eficiente es destruir los fondos marinos que los rodean con el vertido de escombros de su construcción, botellas, latas del almuerzo de los operarios contratados, carritos de la compra, motos, bicicletas, latas, etc, suponiendo además que parte de la culpa la tiene el no mantener en los mismos la salubridad y limpieza adecuada, por que ya sabemos que la gente es muy cafre y si esta en un mirador tiene que tirar cualquier cosa al mar y no me refiero a piedras precisamente. Así nos encantan también las pasarelas de madera para que no se quemen las delicadas plantas de los pies, lo que no es eficiente es que solo alcancen hasta los lava-pies y que además se tornen en peligrosas trampas con tablones levantados y salientes clavos. Otra cuestión es la de playas con duchas y otras solo con lava-pies, esto es Murcia “Agua para todos”, acaso hay ciudadanos con derecho a ducharse en determinadas playas y en otras no, no es lógico ni igualitario, o en todas o en ninguna, no valen excusas para la obtención de banderas. Elogiar eso si, la idea de colocar aseos y vestidores, una medalla para el que se arme de valor para entrar en ellos. La salubridad debe ser una máxima, seguro que nadie podrá pensar nunca que una cuadrilla de operarios públicos puedan ser mucho más eficiente que un tractor de “limpieza” que “limpia y peina la fina arena”, entonces porque las toallas tras una hora de playa parecen que hayan sido utilizadas para limpiar en seco el tractor de la limpieza. Nos encantan también las bollas de señalización, nos sentimos a salvo dentro del áreas balizadas, por lo menos mientras conservan las bollas, porque en tanto estas desaparecen, los “muertos que las fondean” olvidados y “descansen en paz”, se convierten en autenticas trampas invisibles para cualquier tipo de bañista, y en especial nosotros, no quisiera clavar mi cabeza en uno de estos tras un wipeout, gracias a Dios alguien si que se ocupa de ellos aunque no sea la Administración competente, gracias a Dios algún ciudadano cívico o el propio oleaje, como no, es el encargado de sacarlos a tierra.


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