Aquí estamos como siempre, el verano no sorprende, enlazando días y días de altas presiones e isobaras más separadas que los polos, el mono incrementando y los más afortunados planeando su ataque a aguas menos calidas y más oscuras; el proletariado queda aquí respirando los gases emanados de la arena, mientras nos preguntamos ese ¿as visto los partes? y esbozamos un tímido, a ver si se cuela!, pero no se cuela y a merendarse el plato, posiblemente sea el precio a pagar por los regulares baños de esta primavera e invierno.
Pero no todo van a ser penas y mejor ocupar el tiempo libre; recientemente terminé la restauración de una de mis primeras tablas, de esas que guardas con cierto mimo, con lo de “cierto” entre comillas por el royo sentimental, pero que suelen ser aquellas que están tan viejas que te da vergüenza darles salida € y las destinas a muy variados fines, a dejárselas a amigos para que le claven bien la rodilla, o a pintarle unas flores y regalársela a tu novia con la hipócrita esperanza de que se aficione, o a trillarla aún más tu mismo en fondos de roca, orilleras o baños masificados. La tabla en cuestión es una “Full & Cas 6’2” que adquirí en CHARATE allá por el año 97, por lo que maduró conmigo durante 16 años, a los que tenemos que sumar los que ya tenía, ya que la adquirí de “segunda mano”; una 6’2 que en su día era perfecta para fortalecer mi surf, buena longitud y volumen, pronunciado roquet, fondo plano y suaves curvas y cantos, vamos que tenía todo aquello de lo que hoy intentamos prescindir; la idea era restaurarla y que por lo menos se pudiera mojar, pero con ese shape sabía que no tardaría mucho a volver a estar cogiendo polvo en mi quiver , por lo que decidí ir más allá de un pequeño lifting y embarcarme en algo más arriesgado dado que la tabla se prestaba a ello; una de las tablas que siempre me ha gustado, creo que serán muchos los que coincidan, es la FIRE BLADE de COLE, rey de los raíles perfectos e imposibles cóncavos, hipnóticos para el ojo humano y de prohibitivo precio para muchos.
La idea no era copiar ese modelo, imposible tarea ya que son shape casi antagónicos, pero si incorporar alguno de sus elementos, básicamente ese cóncavo tan pronunciado, los raíles del tail y esa cola de murciélago; todo ello con la finalidad de cambiar radicalmente el comportamiento de la tabla, que dejara de ser esa tranquila tabla de paseo pero que a la vez mantuviera esa estética de los noventa, así que acorte la tabla hasta un 5’11” manteniendo su pronunciado roquet original y dotándola de una amplia cola de murciélago suavizando su curvatura; amplio cóncavo en el fondo de medio centímetro en su parte más profunda, adelgazando los 2 x 5/16” del bottom original, comenzando su degradación progresivamente bajo el pecho para terminar levantándose en salida y con proyección a 9 centímetros de las quillas, donde comienza su transición con el conjunto del tail y que incorpora un rail central degradado hasta la cola. Por lo que hace al trabajo de restauración, opté por relamiar solo el bottom, era el que en peor estado estaba y el que más trabajo me daría, aunque finalmente también reforzaría el deck; para el bottom, laminado en 4 onzas para el cóncavo y el tail, laminado en 2 onzas de todo el bottom hasta línea de pin line con resina tintada en blanco, más fino engrose; en el deck, y pese a su gran cantidad de bollos, opté por dejarlos, estéticamente afean pero quería conservar su aspecto tal cual, en plan hot-rod, amén de quitarle un peso innecesario, lamine la cola con 4 onzas y coloqué un refuerzo de sarga carbono (sinuante tejido del demonio, no hay quien trabaje con él!), más fino engrose.
Cambios arriesgados y que han variado su comportamiento, dado que ya he tenido la oportunidad de probarla, aunque con un pequeño leveche; cuando la ideaba, la tabla tendría 8 tapones para poder pasar de un trifin normal a una especie de semi-quad con unas pequeñas quillas de una sola fijación, todo ello con la finalidad de variar su comportamiento a mi antojo, pero el ansia me pudo y solo monté seis tapones, así que las sensaciones por ahora no son muy diferentes a las que ya esperaba dado su roquet, cóncavo y raíles, las de una tabla que necesita al menos una ola fuerte y constante, que haga funcionar su fondo, supongo que será ideal para esos días que sube y quieres probar con una tabla más corta, la tabla no ha perdido su buena remada y es ahora más nerviosa, con mejor transición y giro; quedo a la espera de colocarle esos dos tapones y ver como reacciona con cuatro quillas. Nueva vida para una vieja tabla que tantas alegrías me dio y que seguro me dará, una pequeña inversión para devolverla al mar que es donde deben estar, no lo dudes si tienes algo así!.
Pero no todo van a ser penas y mejor ocupar el tiempo libre; recientemente terminé la restauración de una de mis primeras tablas, de esas que guardas con cierto mimo, con lo de “cierto” entre comillas por el royo sentimental, pero que suelen ser aquellas que están tan viejas que te da vergüenza darles salida € y las destinas a muy variados fines, a dejárselas a amigos para que le claven bien la rodilla, o a pintarle unas flores y regalársela a tu novia con la hipócrita esperanza de que se aficione, o a trillarla aún más tu mismo en fondos de roca, orilleras o baños masificados. La tabla en cuestión es una “Full & Cas 6’2” que adquirí en CHARATE allá por el año 97, por lo que maduró conmigo durante 16 años, a los que tenemos que sumar los que ya tenía, ya que la adquirí de “segunda mano”; una 6’2 que en su día era perfecta para fortalecer mi surf, buena longitud y volumen, pronunciado roquet, fondo plano y suaves curvas y cantos, vamos que tenía todo aquello de lo que hoy intentamos prescindir; la idea era restaurarla y que por lo menos se pudiera mojar, pero con ese shape sabía que no tardaría mucho a volver a estar cogiendo polvo en mi quiver , por lo que decidí ir más allá de un pequeño lifting y embarcarme en algo más arriesgado dado que la tabla se prestaba a ello; una de las tablas que siempre me ha gustado, creo que serán muchos los que coincidan, es la FIRE BLADE de COLE, rey de los raíles perfectos e imposibles cóncavos, hipnóticos para el ojo humano y de prohibitivo precio para muchos.
La idea no era copiar ese modelo, imposible tarea ya que son shape casi antagónicos, pero si incorporar alguno de sus elementos, básicamente ese cóncavo tan pronunciado, los raíles del tail y esa cola de murciélago; todo ello con la finalidad de cambiar radicalmente el comportamiento de la tabla, que dejara de ser esa tranquila tabla de paseo pero que a la vez mantuviera esa estética de los noventa, así que acorte la tabla hasta un 5’11” manteniendo su pronunciado roquet original y dotándola de una amplia cola de murciélago suavizando su curvatura; amplio cóncavo en el fondo de medio centímetro en su parte más profunda, adelgazando los 2 x 5/16” del bottom original, comenzando su degradación progresivamente bajo el pecho para terminar levantándose en salida y con proyección a 9 centímetros de las quillas, donde comienza su transición con el conjunto del tail y que incorpora un rail central degradado hasta la cola. Por lo que hace al trabajo de restauración, opté por relamiar solo el bottom, era el que en peor estado estaba y el que más trabajo me daría, aunque finalmente también reforzaría el deck; para el bottom, laminado en 4 onzas para el cóncavo y el tail, laminado en 2 onzas de todo el bottom hasta línea de pin line con resina tintada en blanco, más fino engrose; en el deck, y pese a su gran cantidad de bollos, opté por dejarlos, estéticamente afean pero quería conservar su aspecto tal cual, en plan hot-rod, amén de quitarle un peso innecesario, lamine la cola con 4 onzas y coloqué un refuerzo de sarga carbono (sinuante tejido del demonio, no hay quien trabaje con él!), más fino engrose.
Cambios arriesgados y que han variado su comportamiento, dado que ya he tenido la oportunidad de probarla, aunque con un pequeño leveche; cuando la ideaba, la tabla tendría 8 tapones para poder pasar de un trifin normal a una especie de semi-quad con unas pequeñas quillas de una sola fijación, todo ello con la finalidad de variar su comportamiento a mi antojo, pero el ansia me pudo y solo monté seis tapones, así que las sensaciones por ahora no son muy diferentes a las que ya esperaba dado su roquet, cóncavo y raíles, las de una tabla que necesita al menos una ola fuerte y constante, que haga funcionar su fondo, supongo que será ideal para esos días que sube y quieres probar con una tabla más corta, la tabla no ha perdido su buena remada y es ahora más nerviosa, con mejor transición y giro; quedo a la espera de colocarle esos dos tapones y ver como reacciona con cuatro quillas. Nueva vida para una vieja tabla que tantas alegrías me dio y que seguro me dará, una pequeña inversión para devolverla al mar que es donde deben estar, no lo dudes si tienes algo así!.